Guadalajara, ciudad del tiempo perdido
Hace algunos diez o quince años era posible cruzar la ciudad de un extremo a otro, inclusive pasando por el centro, en cuestión de 30 ó 40 minutos en auto. Ahora, ése mismo trayecto ni siquiera es una opción. La cantidad de problemas a las que se enfrentan los ciudadanos en su viaje diario a trabajar, a estudiar, a divertirse o convivir es tremenda. Cada viaje es una carrera de obstáculos y estos en muchos casos llegan a ser inclusive peligrosos. Tan grave se está volviendo el problema, que los candidatos a presidencias municipales y la gubernatura no hablan de casi ningún tema más que vialidad. Esto resulta gravísimo por tener Guadalajara, como cualquier ciudad, gran cantidad de asuntos económicos, educativos, ambientales y de seguridad, los cuales quedan en la lista de espera.
No importa si el ciudadano elige moverse en auto, autobús, bicicleta, moto o andando a pie: cada opción tiene su respectivo curso de obstáculos. La vida de los ciudadanos de la que pudiera ser una hermosa y funcional ciudad se ve entorpecida por la pérdida de tiempo y dinero que implica tener que moverse de un lado a otro de ella para poder hacer algo.
Como ejemplo me pongo a mí mismo: soy uno de los afortunados que tienen auto y al que las cosas le quedan, además, relativamente cerca; casi todo lo hago en el cuadrante noroeste de la ciudad. Mi auto tiene un contador de kilómetros que permite, además, tomar el tiempo desde cierto punto que se elija. Bien, pues suelo ponerlo en ceros cada vez que lleno el tanque de gasolina, lo cuál ocurre una vez cada semana (ahorita me toca los sábados). Al final de la semana, antes de cargar combustible de nuevo, veo cuánto recorrí y en cuánto tiempo con el tanque de combustible anterior. Resulta que me muevo en mi auto, en promedio, 400km a lo largo de 17.5 horas por semana, para una velocidad promedio de 22 km/h. Al parecer esto es un gran logro, ya que la velocidad promedio en auto en la ciudad es de 19 km/h, a pesar de que los límites de velocidad en la mayoría de las avenidas son de 50 a 60 km/h. Para ponerlo en perspectiva, un buen paso de un corredor de fondo amateur es de 12 km/h, mientras que un maratonista olímpico corre a 20 km/h y un velocista de 100m a 36 km/h. Esto se traduce en 2.5 horas diarias en las que no puedo trabajar, estudiar, hacer ejercicio, dormir, divertirme o convivir con seres queridos. Además, son dos horas y media diarias de hacer corajes y exponerse a un accidente. El transporte público (autobús) es mucho más lento, llegando a hacer hasta el doble de tiempo en algunas rutas.
Próximamente haré un recuento de los problemas específicos que agobian a los tapatíos que quieren llegar de un punto ‘A’ a otro ‘B’ en la ZMG, así como algunas ideas acerca de sus causas y sus soluciones. Saludos a todos desde la lenta Perla Tapatía.