La legalización de las drogas suele ser propuesta desde un punto práctico, haciendo énfasis en que son redituables para los zares de la droga precisamente porque son ilegales. Si bien esto es cierto, los argumentos más potentes (decisivos, considero yo) a favor de la legalización provienen de principios, no de la práctica. A pesar de que se tienen ejemplos reales de países que han legalizado el consumo de drogas, notablemente Portugal, pocas veces se presentan estos argumentos “teóricos”, recurriendo a ver la legalización como el mal menor. De hecho considero tan contundentes estos argumentos que, aun si en la práctica resultaran en mayor consumo y no redujeran la violencia, habría que legalizar de todos modos.
Soberanía Sobre el Propio Cuerpo
Primero, hay que notar que ni el gobierno ni ninguna otra entidad debe tener el derecho a decidir por los ciudadanos qué es bueno para ellos y qué no. ¿Cómo es que existen sustancias evidente nocivas, como el cigarro y el alcohol, que el gobierno no prohíbe? Las personas hacen todo tipo de cosas a sus cuerpos que pueden o no causarles daño o provocarles molestias a lo largo de su vida. Nadie mandaría a la cárcel a alguien por un mal corte de pelo o un tatuaje, ¿cierto? Tampoco se encarcela a la gente por su actividad o preferencia sexual—salvo vergonzosas excepciones contra homosexuales y prostitutas, que también merecerán más en este espacio—mientras se lleve a cabo en privado. Otro ejemplo más contundente todavía es el de la obesidad: ¿no tendría sentido encerrar a la gente obesa, por poner en riesgo su salud y poner un pésimo ejemplo a sus hijos? La obesidad mata muchas más personas cada año alrededor del mundo que todas las drogas combinadas: tan solo hay que imaginar todos los infartos y complicaciones por diabetes que provocan miles de muertes diariamente. Otros problemas no letales pero que definitivamente afectan la calidad de vida de las personas obesas son problemas en las rodillas, hernias discales, fatiga, disfunción sexual, baja autoestima y el simple hecho de que no caben en muchos lugares. Según la lógica de la prohibición, ¿no debería intervenir el gobierno, promulgando una ley que haga ilegal estar gordo? Si parece absurdo, es porque lo es. Si no se prohíben los tatuajes, malos peinados, piercings, liposucciones, circuncisiones, implantes, cigarros y alcohol, ¿qué sentido tiene prohibir otras sustancias que la gente libremente decide aplicar a su propio cuerpo?
Crimen Sin Víctima
Éste ultimo punto acerca de la libertad nos lleva al siguiente principio a considerar: el consumo de drogas es un crimen sin víctima. Si tomamos en cuenta solamente el acto del adicto que llena su jeringa con una sustancia, prepara la vena de su brazo y finalmente se inyecta, ¿en qué momento está coartando la libertad de otra persona? ¿A quién lastimó, violó, insultó, robó o defraudó? Inclusive antes de esto, cuando se dispone a conseguir la droga, el adicto quiere comprar la droga, y el dealer se la quiere vender. Si ambos son adultos, ¿dónde está el problema? Mientras sea consensual, no se está lastimando a nadie en la venta de la droga. ¿Y cuál libertad está siendo violada cuando se cultiva amapola, coca o mariguana en un plantío? ¿Cuáles derechos y garantías se están violentando? En todas sus etapas (producción, distribución y consumo) las drogas no lastiman a nadie más que cuando mucho a la persona que por voluntad propia las está tomando. ¡No hay víctima! Si la gente no quiere consumir drogas porque son malas para su salud, pues tienen la libertad de no consumirlas y ya. Lo que no tiene sentido es que el gobierno tenga derecho a decirle qué cosas puede y no puede hacer con su propio cuerpo, siendo además que ya permite que se hagan cosas iguales o peores que el consumo de drogas.