Como mencioné en el artículo anterior, la lectura crítica de la Biblia es de suma importancia, ya que los creyentes la consideran parte de sus razones para creer, así como una representación fiel de la naturaleza y carácter de Dios. La lectura de la Biblia tiene que ser, sobre todo para el lector ateo, emprendida con la mayor crítica posible: supuestamente, éste es el mejor libro de la historia, pues fue inspirado—si no es que dictado palabra por palabra—por el mismísimo creador del universo.
La Creación y el Edén
Si bien es imposible determinar con exactitud quién escribió Génesis, parece haber cierto consenso en torno a que el autor original pudo ser Moisés. Contrario a lo que algunos saben—o creen saber—el texto contiene dos historias de la creación, que difieren entre sí en algunos detalles. Sin embargo, estos detalles son de gran importancia: recordemos que se supone que este es el mejor libro jamás escrito. Entonces, cuando en una de las historias se mencionan seis días de creación y en la otra no, y en una Dios hace a Adán y Eva de un plumazo mientras que en la otra los hace a partir de la tierra y luego una costilla, preguntar cuál es el relato exacto no es meramente ocioso.
Adicionalmente, la historia de la creación y la expulsión de Adán y Eva está plagada de errores lógicos que no dejan a Dios muy bien parado. Aquí algunos:
- El primer día, Dios crea la luz. Hasta el cuarto día, Dios crea el Sol, la Luna y las estrellas. ¿Por qué no crearlos el primer día, y ahorrarse la creación de la luz? ¿Acaso no sabe Dios de donde viene la luz? Metafórico el relato o no, seguramente podría ser más lógico.
- Después de comer la manzana, Adán y Eva se esconden de Dios… y por un tiempo éste no los encuentra. ¿Qué no era omnipotente? ¿Cómo es que no puede verlos?
- Después de repartir sendos castigos a Adán y Eva por atreverse a querer distinguir entre el bien y el mal (qué tiene esto de malo, lo ignoro), Dios decide castigar a la serpiente haciéndola arrastrarse por el resto de sus días. ¿Cómo es esto un castigo para una serpiente? ¿Antes de eso lo normal era que volara?
- Finalmente, ¿quién puso el árbol del bien y el mal ahí para empezar? ¿Acaso Dios no sabía que lo iban a desobedecer? ¿Para qué puso a la serpiente parlante? Siendo tan grande la tierra para dos personas, ¿por qué no escondió el árbol en otro lado donde no lo encontraran tan fácilmente? ¿Para qué crear el árbol en primer lugar?
Después de la expulsión del Edén, Adán tiene como hijos a Caín y Abel. Después de que Caín mata a Abel porque a Dios le gustó más su ofrenda, nuevamente Dios no sabe qué pasó. Hasta le pregunta a Caín dónde está su hermano; ya que lo encuentra, le pregunta a Caín quién lo mató…
Una vez que Caín es desterrado por Dios en castigo por matar a su hermano, el relato dice que ‘tuvo contacto con su mujer’. ¿Y de dónde salió la mujer de Caín? ¿También es hija de Adán, o Dios se la hizo aparte?
Mientras tanto, Adán tiene otro hijo, Set, a la edad de 130 años. De ahí en delante se nos lleva por una cadena genealógica incestuosa desde los hijos de Set y sus descendientes, hasta que llegamos a Noé ocho generaciones más delante. Se nos dice que el que murió más joven de estos intermediarios, Lamec, murió a la edad de 777. El propio Adán murió a los 900 años, mientras que Matusalén murió a los 969.
Aquí vale la pena hacer un paréntesis acerca de la supuesta interpretación del texto. Obviamente, casi nadie cree que literalmente hayan vivido tanto tiempo estos personajes. La reacción usual es decir que ‘es una metáfora para decir que vivieron mucho tiempo’, o quizá que ‘en aquel entonces medían el paso del tiempo de manera distinta’. Pero detengámonos un momento: lo mismo dicen de los 6 días de la creación. ¿Entonces, los días representan más tiempo, mientras que los años representan menos? ¿Quién determina los criterios de interpretación del tiempo bíblico? ¿No pudo Dios ser más consistente y específico?
Por otro lado, si se toma como que literalmente era usual que las personas vivieran hasta 900 años en tiempos bíblicos, tenemos un problema mucho mayor: sabemos que eso no es cierto. Una vez que Noé tuvo a sus tres hijos (a sus 500 años de edad), Dios decreta, sin dar más explicaciones, que de ahí en delante las personas ya no vivirán más de 120 años. Esto todavía es 40 años más que lo que se vive inclusive hoy en día, lo cuál no tiene sentido porque hoy estamos en el mejor momento de nuestra historia en cuanto a esperanza de vida. Dios tendría que dar explicaciones en cuanto a cómo es que se nos redujo la esperanza de vida tan drásticamente en cuanto se nos ocurrió ponernos a contar los años más precisamente.
Noé y Sus Hijos
Obviando el ridículo relato del Arca, de todos modos queda mucho qué comentar acerca de Noé y de sus hijos. Poco después del supuesto diluvio, Noé se emborracha y anda desnudo por su casa. Cam, uno de sus hijos, lo ve desnudo y alerta a los otros dos hermanos, Sem y Jafet, quienes acuden con su padre y lo visten y lo cuidan. Al volver a la sobriedad, Noé maldice a hijo de Cam en nombre de Dios, condenándolo a él y a sus descendientes a ser esclavos y sirvientes de los demás. Lógico o no, esto es sumamente injusto.
Adicionalmente, en el capítulo 10 se nos dice que los hijos de Noé se esparcieron por la tierra según sus lenguas… pero esto es un capítulo antes del supuesto relato de la Torre de Babel, en donde supuestamente se originan los distintos idiomas de la tierra, o por lo menos de la región palestina de aquel entonces.
Abrám ó Abraham
En el capítulo 11 se nos presenta a Abrám, casado con Sarai, quien es estéril. Dios escoge a Abrám sin razón aparente; en ningún momento explica por qué Abrám fue elegido para hacer un pacto con él.
Posteriormente, en el capítulo 14, aparece un personaje llamado Melquisedec quien, se nos dice, es sacerdote. Pero un momento: ¿de qué iglesia? ¿Quién lo ordenó? ¿Era algo así como un chamán de la época?
Cabe mencionar que los personajes bíblicos tienen todos una obsesión por la procreación: en todo momento, cuando Dios bendice a alguno de ellos, siempre es con numerosa descendencia. En el caso de Abrám, como su esposa es estéril, ella misma le ofrece a su esclava para que tuviera un hijo con ella, propuesta que acepta Abrám y que da como fruto a Ismael (capítulo 16).
Entonces, en el capítulo 17, sin más explicación, Dios sella su supuesto nuevo pacto con Abrám, le cambia el nombre a Abraham, y le indica que la señal distintiva de este nuevo pacto será la circuncisión. Abraham procede a circuncidarse y a circuncidar a todos los varones de su familia.
Finalmente, Dios hace uso de sus poderes mágicos y hace fértil a Sarai, para que le dé a Abraham un hijo, Isaac.
Sodoma y Gomorra
Resulta que Dios estaba descontento con los sodomitas por sus abominables prácticas homosexuales y decide destruir a toda la ciudad. Antes de esto, en diálogo con Abraham, acuerda salvar la vida de cualquier persona justa que viva en dicha ciudad. Esta persona resulta ser Lot, a quien Dios manda unos ángeles en forma de personas a advertirle que la ciudad está por ser destruida. Al enterarse que Lot tiene visitantes, los sodomitas quieren conocerlos para—qué más—sodomizarlos. Ante esto, el noble Lot decide ofrecerle a la chusma afuera de su casa sus dos hijas vírgenes a cambio de que no sodomicen a sus visitantes. Afortunadamente para todos, los ángeles usan sus poderes mágicos para cegar a los sodomitas, a tiempo para que Lot pueda escapar de la ciudad, que es prontamente destruida por una lluvia de azufre incandescente desde los cielos. Su esposa, por mirar hacia atrás, es convertida en sal. Dios destruye a Gomorra también. Una vez logrado su escape, las hijas de Lot, en su desesperada obsesión por tener hijos (nada es más importante para los peones bíblicos que protagonizan estas historias), lo emborrachan y cada una se acuesta con él, quedando preñadas las dos.
¿Por dónde empezar? Ciertamente, la elección de Lot como el que valía la pena rescatar de la destrucción deja mucho qué desear. ¿Qué clase de hombre ofrece a sus hijas a cambio de extraños? Ciertamente, en la Palestina de la Edad de Bronce pudiera ser algo usual, pero el Supremo y Perfecto Señor Dios Creador del Universo es mejor que eso, ¿no? ¿O tiene solo la moral de un Palestino de la Edad de Bronce?
Finalmente, la familia de Lot, supuestamente tan virtuosa, resulta ser incestuosa y no puede resistir a la tendencia de la época de procrear.
Abraham e Isaac
En el capítulo 22 ocurre uno de los relatos más conocidos de la Biblia, el el que Dios pide a Abraham que sacrifique a su único hijo (hasta ese momento), Isaac, como si fuera solo una oveja más. En el último momento, justo antes de que Abraham mate a su hijo—atado como si fuera un animal—Dios manda a un ángel a detener la acción y darle a Abraham un cordero para que lo mate en vez de Isaac. Se nos dice que todo era una prueba para determinar la fidelidad de Abraham a Dios.
Comúnmente este relato es interpretado en el sentido de que Abraham fue un hombre virtuoso, dispuesto a hacer lo que fuera por Dios, y éste a su vez lo recompensó perdonando la vida de su hijo. Sin embargo, hay algo importante a considerar:
No importa si Dios tuvo la intención o no de que Abraham matara a su propio hijo; el acto mismo de siquiera pedirle a alguien que mate a su hijo es inmoral. Si cualquiera pide a alguien matar por capricho a su propio hijo, la respuesta correcta—siempre—es “no”. El acto mismo de pedir dicho sacrificio de alguien—sobre todo de alguien sobre quien se tiene ventaja—es un acto inmoral y cobarde. ¿No puede Dios hacerlo él mismo? ¿Por qué recompensa Dios la obediencia a órdenes inmorales? ¿No había alguna persona mejor que Abraham, que hiciera lo correcto y se le opusiera? ¿Cómo hubiera reaccionado el primitivo Dios judío si una persona más moral que él se negara a obedecer sus órdenes inmorales?
Para los que abogan por la misericordia de Dios, vale la pena revisar el episodio de Jefté, en el libro de Jueces, capítulo 11. En dicho pasaje, Jefté ofrece a su hija a cambio de una victoria en la batalla; al volver victorioso, la sacrifica a Dios y éste no hace nada para detenerlo.
De Isaac en Adelante
Curiosamente, a partir de este punto la participación de Dios en el libro de Génesis disminuye considerablemente. Los siguientes capítulos tratan de la vida de los descendientes de Isaac e Ismael (también hijo de Abraham, pero lo tuvo con una esclava de su esposa cuando ella era estéril). Entre una larga cadena de relaciones sexuales entre todos y sus hermanas (literalmente), hay algunos pasajes que despiertan la curiosidad de cualquier persona pensante:
- Capítulo 29: Jacob se casa con dos hermanas, Lía y Raquel. Aunque tuvo varios hijos con Lía, realmente quería más a Raquel, que además era estéril. Entonces Raquel le dio a Jacob su esclava para que pudiera tener hijos con ella. Celosa y para no quedarse atrás, Lía le da a Jacob a su esclava también para que tuviera hijos con ella. Finalmente, Dios hace fértil a Raquel también y tiene hijos Jacob con ella. ¿Es Jacob un tipo afortunado, o qué?
- Capítulo 34: Dina, hija de Jacob, es violada por uno de los heveos. La razón: pues es que él estaba muy enamorado de ella y no se aguantó. En compensación, ofrece a la familia de la joven casarse con ella. La familia, curiosamente, estaba molesta no porque una de sus hijas fuese violada (al cabo se casa y ya), sino porque fue violada por un hombre sin circuncisión… Entonces el violador ofrece que él y toda su tribu se harían dicho ritual. Al tercer día de su convalecencia, los familiares de Dina los matan de todos modos. Cabe mencionar que la opinión de Dina de todo esto nunca es consultado.
- Capítulo 35: Dios mata a Onán por eyacular en el piso en vez de dentro de su cuñada. En la anotación al pie de la página, el editor nos dice que su crimen fue “egoísmo”… ¿Y cogerse a la mujer de su hermano, qué?
- Capítulo 38: Judá embaraza a su nuera, que ya estaba viuda. Esto es porque la “confundió” con una prostituta. ¿Cómo pudo suceder dicha confusión? Fácil: es que ella llevaba la cara tapada. Se dan cuenta de su embarazo tres meses después.
Después de muchas desventuras, los hijos de Israel (antes de nombre Jacob) se convierten en las 12 tribus de Israel.
Génesis logra dejar algo muy claro para los lectores: el contexto cultural de la época en que supuestamente Dios hace su pacto con los hombres. Cómo fue que escogió al pueblo israelí, qué méritos hicieron y por qué los demás no eran dignos, nunca queda claro en el relato. Claro, los teólogos “sofisticados” ponen todo tipo de pretextos para explicar las pifias e inconsistencias no sólo de Génesis, sino de toda la Biblia. A fin de cuentas, son solo como los sastres del traje del emperador. El libro es muy claro: estamos lidiando con primitivos granjeros de ovejas del desierto palestino en la Edad de Bronce, y su dios no es nada mejor que ellos.