miércoles, 25 de enero de 2012

Más Sobre la Omnipotencia

 

Hace unos meses escribí acerca de cómo la omnipotencia y la omnipresencia son incompatibles, y cómo eso ayudaba a darnos cuenta de que no podían ser ciertas.  Sin embargo, el argumento se centraba en la combinación de ambas propiedades para ilustrar su incompatibilidad. Sin embargo, la omnipotencia, por sí sola, puede analizarse para ilustrar cómo es un concepto necesariamente falso e inclusive es contraproducente para quienes la creen un atributo de su dios.

    En la lógica, los argumentos se construyen a partir de premisas, silogismos y conclusiones.  Para que un argumento sea considerado como plausible, debe estar absolutamente libre de errores lógicos, o falacias.  Una vez que se identifica una falacia en un argumento, éste queda considerado como erróneo a partir de ese punto.  Puede ser que una de las premisas esté mal, o alguno de los silogismos, o quizá las conclusiones mismas.  No importa dónde ocurra el error, el argumento como un todo queda descartado una vez que se identifica una falacia y ésta no es clarificada por quien hace el argumento. En el caso de los conceptos, las propiedades falaces indican una contradicción o inconsistencia.  Igual que los argumentos, se descarta por completo que un concepto pueda ser verdadero una vez que se identifica un atributo falaz.

    Entonces, primero hay que recordar que la omnipotencia es la capacidad de hacer absolutamente cualquier cosa.  Si podemos formular una pregunta como “¿Puede…”, entonces la respuesta debe ser sí.  En el caso del dios omnipotente de la Biblia, podríamos formular preguntas del tipo siguiente:

  • ¿Puede Dios hacer llover en cualquier momento?
  • ¿Puede Dios resucitar a los muertos?
  • ¿Puede Dios leer mis pensamientos?
  • ¿Puede Dios...?

…y así sucesivamente, para cualquier pregunta que se nos ocurra.  Dado que es omnipotente, en cada caso la respuesta a las preguntas anteriores debe ser “sí”.

    El problema clásico que se formula es el siguiente, y también toma la forma de una pregunta:

¿Puede Dios hacer una piedra tan grande que no pueda levantarla?

Aquí hemos llegado a una paradoja:  si la respuesta a la pregunta es sí, como se supone que debe ser, entonces Dios no es omnipotente porque no puede levantar la piedra.  Si la respuesta es no, entonces Dios tampoco es omnipotente, ya que no puede hacer la piedra.  En este punto, desde el punto estrictamente lógico, la omnipotencia está muerta como concepto, dado que se entra en una contradicción: si la premisa es que Dios es omnipotente, ésta es negada por cualquier respuesta a la pregunta que formulamos arriba.

    Desgraciadamente, los teólogos y apologistas “sofisticados” son incapaces de reconocer este sencillísimo ejercicio como una demostración de que la omnipotencia es un concepto falso.  En vez de eso, intentan aclarar la paradoja anterior, argumentando lo siguiente:

    Dentro de las características de Dios están, además de la omnipotencia, la perfección y la lógica.  Entonces, no está dentro de su naturaleza realizar actos ilógicos como en el ejemplo de la piedra.  Tampoco hace círculos cuadrados, ni sube hacia abajo, ni se mete afuera, ni ninguna otra acción ilógica.  Siempre maneja dentro del carril de la lógica.

    Aunque los teólogos apologistas suelen considerar esto como una defensa efectiva de la omnipotencia de Dios, lo que acaban de hacer es darse un disparo en sus pies conceptuales. 

    Primero, Dios queda limitado a lo que la lógica permite (obviamente, ellos no usan la palabra “limitado”, sino que lo maquillan diciendo que su “naturaleza” es ser lógico).  Pero, ¿qué hace Dios, que sea divino y que además siga las leyes de la lógica siempre?  Dado que la lógica de la naturaleza es la física, ¿Dios no hace nada que sea físicamente imposible?  ¿Qué puede hacer que no sea ya una consecuencia natural de las leyes de la física o, por extensión, la química y la biología?  ¿Qué lugar le queda a Dios para actuar en un universo lógico y, por ende, mecánico?

    Segundo, los apologistas acaban de caer en un deicidio total: Si Dios no hace nada ilógico, entonces no hace milagros.  ¿Qué es un milagro si no una suspensión—una contradicción, mejor dicho—de la lógica?  Si una persona está muerta varios días, no es lógico que vuelva a andar (¿son lógicos los zombis?).  De la misma manera, lo lógico es que una virgen no tenga hijos.  Lo mismo podemos decir de todos los supuestos milagros que se le atribuyen a Dios—y a su hijo—en la Biblia y, no olvidemos, en pleno siglo XXI.

    Juntos, los dos puntos anteriores son devastadores para el concepto de un Dios omnipotente.  No solamente demuestran que Dios no es omnipotente: demuestran qué, irónicamente, Dios no puede hacer nada.  Así, pasamos de un Dios que todo lo puede pero no existe, a un Dios que pudiera existir, pero no hace nada.  En conclusión: Dios no es omnipotente, porque no puede.

    ¿Y qué dicen los teólogos de esto?  Su reacción es la más irrisoria y reveladora de todas: encogen los hombros y dicen que “es un misterio” y lo creen de todos modos.  Todos sus malabares lógicos son tirados a la basura en favor de la “fe”.  Eso es lo que pasa cuando uno se obliga a creer cosas que no son ciertas, supongo.