Actualmente se encuentran atoradas las reformas laboral, política y electoral en la rama legislativa. Entre las cosas que debaten hay algunos cambios que podrían repercutir en la vida de los ciudadanos, aunque probablemente los mismos partidos se las arreglarán para seguir exprimiendo recursos al erario público. A continuación presento brevemente algunas ideas que se me ocurren para mejorar la democracia en México. Algunas, admito, son actualmente inalcanzables o utópicas; sin embargo, no quiero dejar pasar la oportunidad de mencionarlas y dentro de 30 años, cuando tengan posibilidades de cumplirse, poder decir “¿Ya ven? Les dije…”
Reelección Legislativa y Ejecutiva
De las ideas que he pensado, ésta ya ha sido muy comentada e inclusive se encuentra en la reforma política que pronto se comenzará a discutir en el legislativo. Sin embargo, considero que todos los cargos deberían estar disponibles para la reelección, incluyendo las presidencias, alcaldías y gubernaturas. Si el principio de la rendición de cuentas aplica para los legisladores, ¿por qué no aplica para los alcaldes, gobernadores y presidentes? Obviamente, la reelección debe estar acompañada de la revocación de mandato para estos mismos puestos. Recomiendo el siguiente sitio y documental acerca de la reelección, que me ha ahorrado muchas explicaciones en este espacio: http://www.reeligeocastiga.org/2011/07/18/documental-reelige-o-castiga/.
Candidaturas Independientes
Nuevamente, ésta opción ya se encuentra en la propuesta de reforma política aunque, como siempre, los candidatos ciudadanos la tienen muy difícil para competir con los tiempos y costos que manejan los partidos. Sin embargo, son la clave para romper con el dominio de la partidocracia que tiene secuestrada al país desde la supuesta “alternancia” que se dio en el 2000.
Sincronización de Elecciones a Nivel Nacional
Entre las cosas que más me exasperan de nuestro sistema político-electoral es que todos los años, en alguna parte del país, hay elecciones. Pueden ser legislativas, de gobernadores o federales. Esto lleva a que los partidos se paralizan dentro del congreso, argumentando que hay que esperar a que pasen los tiempos electorales para poder legislar y hacer su trabajo.
¡Idiotas! ¿Para qué carajos votamos por ellos si no es para que nos den gusto, especialmente en tiempo de elecciones? Si tienen un buen desempeño, pues votamos por ellos; si no, no. Mientras nuestros imbéciles legisladores se niegan a hacer su trabajo, en Israel empiezan guerras en las épocas electorales; acá no pueden ni sacar adelante las reformas más obvias que el país necesita, porque la gente está poniendo atención a cómo hacen el trabajo para el que se les paga. Si hay un momento para proponer y sacar adelante ideas es, precisamente, en tiempos electorales.
En fin, para evitar la parálisis electoral bastaría con simplemente sincronizar los calendarios electorales de los estados y la federación: puede haber puestos interinos que duren meses o uno que otro año en los estados que así lo requieran para que la mitad de los estados tenga elecciones cada tres años y la otra mitad tres años después. De esta manera, no habría pretexto para no hacer su trabajo durante por lo menos tres años a la vez. Quizá esta medida por sí sola podría lograr más que todas las demás, inclusive combinadas.
El Voto Negativo
Los ciudadanos deberíamos tener la opción de decidir, además de quién nos parece mejor candidato, qué candidato definitivamente no queremos que resulte ganador. Debido al sistema que tenemos actualmente, resulta que el candidato “ganador” usualmente no tiene el respaldo ni siquiera de la tercera parte de los electores. Si se combinara la suma de votos positivos con los negativos que tienen los candidatos, se podría llegar a tener, si no el mejor candidato, por lo menos el menos odiado por todos. ¡Nos hubiéramos ahorrado por completo a personajes nefastos como Fox!
Abolir el Financiamiento Público de los Partidos
Actualmente, los partidos políticos que tienen secuestrado al país reciben miles de millones de pesos de nuestros impuestos para sus gastos, por el simple hecho de ser partidos políticos. ¿Qué pasaría si solamente pudieran hacer uso de contribuciones voluntarias por parte de la ciudadanía y los miembros de sus partidos? Inclusive en Estados Unidos no se utiliza ni un dólar de dinero público para financiar a los partidos ni a sus campañas; resulta que tienen que convencer a la población de que su opción es la mejor y merece apoyo. ¡Qué barbaridad!