Prácticamente existe un cristianismo distinto por cada persona que se dice cristiana. Los tres grupos mayores son los católicos, los ortodoxos y los protestantes; entre ellos existen diferencias considerables. Pero aun dentro de cada uno de éstos se encuentran más diferencias; por cada individuo que se dice cristiano, hay otro que dice que aquel no es un cristiano de verdad. Sin embargo, existen algunas creencias de carácter fundamental comunes a la mayoría.
Palabras más, palabras menos, los cristianos creen en un dios omnipotente, que todo lo sabe y que es perfectamente bueno. Para lograr el perdón de los pecados de los humanos, este dios sacrificó a Cristo, su hijo (o él mismo, dependiendo del cristiano con el que se converse) y demostró la divinidad de éste resucitándolo al tercer día. Cristo es considerado un ser humano moralmente ejemplar, si no es que el mejor de toda la historia. Básicamente, eso es todo lo que se puede decir si se quiere abarcar la mayor cantidad de cristianismos posible. Pudiéramos agregar, quizá, que muchos cristianos creen que la salvación de las personas--exactamente de qué, hay muchas creencias distintas--depende de que se acepte plenamente que este sacrificio se hizo teniéndolo a uno en cuenta, y la vida terrenal es básicamente una prueba.
No quiero argumentar aquí acerca de la verdad o falsedad de éstas creencias; más bien, quiero analizarlas moralmente. Mucha de la discusión en torno a la religión se centra en su veracidad, pero yo creo que vale la pena analizar más su desempeño moral, simplemente desde el punto de vista de una persona moralmente promedio que tiene algo de curiosidad al respecto.
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Imaginemos al capitán de un barco al que le está entrando agua, quizá porque chocó con un iceberg, y que se hunde lentamente en aguas heladas e infestadas de tiburones. El bote está bajo su responsabilidad, y toda la tripulación está dispuesta a seguir sus órdenes. Para lograr salvar al barco, es necesario cerrar compuertas y escotillas para contener la inundación, cosa que el capitán puede ordenar. El único problema es que, dentro del área que se va a aislar, se encuentra su hijo, quien moriría ahogado si procede. ¿Cómo debe proceder? Lamentablemente para el capitán, salvar su barco y las vidas de todos los demás tripulantes depende de que esté dispuesto a sacrificar a su hijo. Su situación no es nada envidiable.
Ahora, supongamos que el capitán de dicho barco es omnipotente. ¿Cómo cambia la situación? En primer lugar, podría simplemente reparar la fuga al instante, o evitar que sucediera en primer lugar. Aun si optara por no repararla, podría encontrar una manera de sacar a su hijo del área que se inunda antes de que fuera indispensable sellarla. Inclusive si sellara el área con su hijo dentro, podría todavía salvarlo de alguna manera. Si agregamos que este capitán es perfectamente bueno, y que ama a su hijo y estima a su tripulación, necesariamente optaría por salvarlo y salvar al barco, por el método que fuera; la inacción sería lo único por lo que no optaría.
Entonces, ¿porqué el sacrificio de Cristo? ¿Acaso Dios no pudo encontrar otra manera de perdonar los pecados de la humanidad mas que a través de un sacrificio humano (o de sí mismo)? Al ser omnipotente y perfectamente bueno, hubiera podido lograr este propósito de una infinidad de maneras distintas que no implicaran la tortura y muerte de nadie. "Hágase el perdón de los pecados" hubiera sido suficiente. La conclusión debe ser que Dios no es omnipotente, o que no es perfectamente bueno. Ambas opciones implicarían el derrumbe de la idea cristiana de Dios, pero la segunda también implicaría la inmoralidad de éste: teniendo el poder de evitar el sufrimiento, opta por él. Pero hay una salida: quizá Dios simplemente no sabe cómo evitar el mal, aunque tenga el poder y la voluntad para hacerlo. De cualquier manera, el supuesto sacrificio de Cristo--como ejemplo particular del Problema del Mal--demuestra una vez más cómo el dios cristiano pierde sentido cuando se ponen a prueba sus supuestos atributos de omnipotencia, omnisciencia y omnibenevolencia.
¿Y qué podemos decir de la tripulación? En el caso del capitán común y corriente, los marineros obedecerían la orden de cerrar las compuertas, entendiendo que el sacrificio es por su bien, y admirando y compadeciendo al capitán. Pero no es lo mismo si el capitán es omnipotente: al saber que su salvación no depende del sacrificio de nadie, se opondrían a tal sacrificio innecesario, aunque fuera por su bien. Aunque alguno de ellos fuera responsable de poner al hijo del capitán en la zona de inundación, se opondría a su sacrificio, pues estaría consciente de que éste sería completamente innecesario. Inclusive, podríamos decir que lo moral en ese caso sería que la tripulación se rehusara a cumplir la orden, y sobre todo a aceptar que el hijo del capitán está siendo sacrificado por culpa de ellos.*
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Inclusive los seres humanos más sobresalientes son criticables en algún aspecto; es parte de su naturaleza humana ser imperfectos. Tales son los casos de Isaac Newton, una de las mentes científicas más brillantes que ha dado la humanidad, pero que era sumamente supersticioso e inclusive creía en la alquimia; los fundadores de Estados Unidos, hombres visionarios y auténticos intelectuales, autores de la primer constitución laica en la historia y también la primera en la que se estableció la libertad de expresión como un derecho fundamental, pero que dejaron pasar la oportunidad de abolir la esclavitud e inclusive la practicaron; o Ghandi, quien prácticamente inventó la resistencia civil, a pesar de ser un racista y fanático sectario. Lo mismo aplica para personajes ficticios, tales como Hamlet o Fausto, a quienes vemos como más humanos gracias a sus defectos, y por ende valoramos y admiramos sus méritos.
¿Pero con qué estándar evaluamos a un personaje como Cristo? Dejaré a un lado la cuestión de su dudosa existencia, al no ser necesaria para su evaluación moral, simplemente refiriendo al lector a que busque los trabajos de Richard Carrier, David Fitzgerald y Robert M. Price al respecto. Para el próximo análisis basta suponerlo un personaje como Sócrates, que bien pudo existir solo en los Diálogos de Platón, pero a fin de cuentas son sus ideas las que importan. Sin embargo, en este caso no se trata de un personaje histórico ni literario, sino uno religioso. Por decir de sus seguidores, fue algo desde un humano sumamente iluminado hasta el mismísimo Dios hecho hombre (la naturaleza humana o divina de Cristo es una de las cuestiones que más dividen a los cristianos, inclusive a los teólogos más eruditos). Bien, pues tomémosles la palabra.
Dado que no existen fuentes históricas alternativas que hablen de Cristo (de nuevo refiero al lector a los autores antes mencionados, que abundan en este tema, además de Bart Ehrman), no queda opción mas que referirnos a los textos evangélicos, tal como nos referiríamos a los Diálogos de Platón para investigar las enseñanzas de Sócrates, y tal como supuestamente lo hacen los mismos cristianos.
En primer lugar, Cristo nunca renuncia a las barbaridades del Viejo Testamento, desde las prohibiciones más absurdas hasta las órdenes más inhumanas; tan solo las recalca y las declara válidas para siempre, en Mateo 5:17-19:
"No creáis que he venido a anular la Ley o los Profetas. No he venido a anularlos, sino a cumplirlos. Porque yo os declaro solemnemente que aún cuando pasen el cielo y la tierra, ni una 'i' ni un puntito de la Ley pasará hasta que no se cumpla todo. El que violare, pues, uno de esos pequeñísimos preceptos y enseñare eso a los hombres, pequeñísimo será considerado en el Reino de los Cielos..."
Por si no había quedado claro, lo repite en Lucas 16:17: "Más fácil es que el cielo y la tierra se acaben, que anularse un solo punto de la Ley." Quedan así validadas por Cristo la misoginia, la esclavitud, el genocidio, las ejecuciones por lapidación, el maltrato infantil y muchas otras barbaridades e inmoralidades que vimos por los cientos de páginas anteriores.
Tomemos tan solo el caso de la esclavitud, tan promovida por Dios y practicada por los israelitas en el Viejo Testamento (y el Nuevo, por cierto). Aquí se quedan cortos los pretextos usuales: que si eran otros tiempos, que si el contexto histórico, etcétera. Se trata del hijo del omnipotente creador del universo. Si tan solo les dijera a sus seguidores que la esclavitud estaba mal, le hubieran hecho caso. De lo contrario, Dios podría mandar plagas o lo que fuera para hacer respetar la nueva ley; ciertamente era capaz. Y vaya que hubiera ayudado al caso de Cristo como el perfecto redentor de la humanidad, si se hubiera adelantado siglos y proclamado a la esclavitud como un mal moral. Pero Cristo no solamente no hizo esto, sino que hizo lo contrario. Moralmente, reprobó.
Otro ejemplo son sus enseñanzas en torno a la familia. Contrario a lo que tantos cristianos dicen valorar, Cristo desprecia a las familias y se declara la causa de su ruptura (en eso sí ha tenido algo de éxito). Primero, da un incentivo a abandonar a los seres amados en Marcos 10:29:
"...En verdad os digo: no hay quien haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o tierras por mí y por el evangelio, que no reciba cien veces más ahora en esta vida, en casas y hermanos y hermanas y madre e hijos y tierras, con persecuciones, y la vida eterna en el otro mundo."
Luego llega a lo siguiente, en Mateo 10:21:
"El hermano entregará a la muerte a su hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y les darán muerte."
Y remata enseguida, en 10:34:
"No creáis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino guerra. Porque he venido a dividir al hijo contra el padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra la suegra. Y los enemigos del hombre, son los de su propia casa. El que ame a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. Y el que ame a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí, y el que no tome su cruz y me siga, no es digno de mí."
¡El cordero de Dios, seguramente! ¿Acaso es necesario abandonar a la familia para lograr la salvación? (Vale la pena notar la sospechosa omisión de las esposas en estas proclamaciones.) Recordemos la naturaleza del individuo del que estamos hablando: si fuera perfectamente bueno, y si fuera tan siquiera el hijo de un ser omnipotente, entonces encontraría una manera de acercar a la gente a él sin alejarla de sus seres queridos, y esto lo comunicaría de forma clara. Moralmente vuelve a quedarse corto.
Otro punto fundamental de debilidad moral en Cristo es la pasividad ante el mal que predicó. En palabras de Edmund Burke, todo lo que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada. ¿Qué hubiera sido de la Segunda Guerra Mundial si todos simplemente se rindieran ante los nazis? Si Cristo fuera perfectamente bueno, entonces no soportaría la idea de que triunfara el mal, aunque fuera solo momentáneamente y solo en la vida terrenal. Haría todo lo posible por evitarlo, aún cuando supiera que el bien triunfaría al final.
Estos son tan solo unos pocos ejemplos de la inmoralidad de algunas de las enseñanzas de Cristo. No todas son así, ciertamente, pero recordemos de quién estamos hablando. Se supone que este fue un individuo tan puro y tan bueno, que su tortura y muerte valió más que la de cualquier persona que jamás haya existido. De ser quien decía ser (o quienes sus creadores dijeron que era), no encontraríamos nada qué reprocharle en lo absoluto. Aunque quizá haya sido moralmente novedoso para su época y su entorno, hoy el personaje de Cristo es moralmente primitivo. Inclusive sus enseñanzas más benéficas fueron antecedidas--por varios siglos en algunos casos--por personajes más elocuentes y menos dogmáticos, tales como Sócrates, Demócrito, Epicuro y Confucio, por mencionar tan solo a unos pocos.
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En cuanto a la salvación, las creencias varían bastante. Para algunos cristianos, el alma de uno puede ir a dar al Infierno si no se acepta a Cristo plenamente antes de morir; para otros, el Infierno no es necesariamente un lugar real y quienes no crean son simplemente aniquilados. Los criterios que determinan quién se salva y quién no son tantos como los hay cristianos, y las descripciones de lo que constituye a la salvación y a la perdición también. Habiendo hecho esta concesión, analicemos la idea de la salvación un momento.**
Primero, supongamos que Dios es omnipotente y que lo sabe todo. Él determina los criterios para la salvación de las personas, sean los que sean. Dado que lo sabe y lo puede todo, no hay nada que suceda sin que haya sido su intención. Todo lo bueno que pasa, y todo lo malo, ya lo tiene previsto e inclusive planeado desde el inicio de los tiempos, pues lo sabe todo y lo puede todo. Luego entonces, quienes rompan sus reglas lo están haciendo porque él lo planeó así; tan sólo están ejecutando su plan.
¿Qué sentido tiene entonces recompensar a los buenos y castigar a los malos? ¿Podemos decir que un individuo merece la perdición, si fue diseñado así desde el principio, aunque él no lo quisiera? Ciertamente, el dios bíblico es capaz de tal alevosía---continuamente manipula a las personas para luego castigarlas, por nada más que sadismo puro. Pero la verdad es que la gran mayoría de los cristianos no creen en el dios bíblico, aunque digan que sí (esto es una consecuencia de que la mayoría de los cristianos simplemente no leen la Biblia; el dios en el que creen es perfectamente bueno, omnipotente y lo sabe todo, mientras que el dios bíblico no es ninguna de esas tres cosas). La omnisciencia y omnipotencia de Dios automáticamente lo hacen responsable de todo; entonces, es injusto que él castigue a los individuos 'malos'.
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¿Cuál es la importancia de estas conclusiones? En general, los aspectos analizados aquí tienen poca relevancia para la vida práctica, inclusive la de un cristiano. Las cuestiones que afectan más su visión moral son los detalles doctrinales secundarios, aquellos que son particulares de cada rama y denominación, e inclusive dependen del individuo. Es cuando se consultan esos detalles que vemos que algunos cristianos sí consideran ciertas cosas como particularmente inmorales, como pudieran ser la homosexualidad, el aborto, la prostitución, la pornografía o la eutanasia. Lo importante que hay que recalcar es que la mayoría de los cristianos son altamente éticos en su vida diaria a pesar de lo que dicen creer. Esto se debe, quizá, a un alto grado de seccionamiento del pensamiento, en donde ciertas ideas están aisladas de la razón y la moral cotidianas, permitiendo al sujeto llevar una vida altamente funcional y ética, y rara vez dándose la disonancia cognitiva que debería surgir al criticar estas ideas con consistencia.
Un enlace sumamente útil: http://www.project-reason.org/scripture_project/
(*)La analogía del barco que se hunde tiene mucha tela de dónde cortar. Aquí dejo algunas consideraciones adicionales; seguramente puede sacársele aun más jugo, ejercicio que se le propone al amable lector.
1. ¿Cómo cambiaría la situación si se tratara de
un tripulante cualquiera al que se va a sacrificar, y no necesariamente al hijo
del capitán, ya fuera el capitán común o el capitán omnipotente? ¿Acaso vale
más la vida del hijo del capitán que la de otro tripulante que tuviera la mala
suerte de encontrarse en el lugar equivocado, en el momento equivocado? El
número total de vidas sacrificadas y salvadas sería el mismo.
2. Suponiendo el caso del capitán omnipotente,
¿qué podemos decir acerca de un capitán que a propósito coloca a su hijo
en el área de la inundación, sabiendo lo que iba a ocurrir y siendo
esto innecesario para salvar al barco y al resto de la tripulación? ¿Y cómo
afecta esto a la relación entre el capitán y el resto de la tripulación?
Supongamos que la tripulación se negó a sacrificar a nadie, por ser esto
innecesario para su salvación. Adicionalmente, supongamos que el capitán,
haciendo uso de su omnipotencia, decidió cerrar las escotillas y compuertas él
mismo--sin la tripulación--para sacrificar a su hijo y salvar al barco.
Ciertamente, la tripulación le debe la vida al capitán, pero ¿es acaso
responsable la tripulación por la muerte del hijo del capitán? Obviamente
no.
3. Acercando más la analogía a la situación que
creen los cristianos, consideremos lo siguiente: solamente una porción pequeña
de la tripulación sabe que (1) quien se encuentra en la mala posición de estar a
punto de ser sacrificado es hijo del capitán y (2) que el capitán es
omnipotente. Estas personas tendrían entonces el deber moral de oponerse al
sacrificio y desobedecer las órdenes. Sin embargo, ninguna de estas personas se
encuentra entre los que materialmente van a ejecutar la orden de sellar el área
y contener la inundación, pues se encuentran en otra sección del barco o
haciendo otras tareas. Los autores materiales de las órdenes sí saben que
morirá alguien si obedecen, pero desconocen su relación con el capitán y
desconocen la naturaleza omnipotente de éste. Hasta donde ellos saben, están
siguiendo órdenes necesarias para salvar al barco, y la muerte de quien se
encuentre en la zona inundada es un hecho trágico, pero necesario y éticamente
justificado. ¿Qué responsabilidad puede atribuírsele a éstos tripulantes por el
sacrificio del hijo del capitán (que además realmente es un sacrificio
innecesario)? Acercando aún más la analogía a la creencia cristiana, ¿qué
responsabilidad tienen las familias de los tripulantes, e inclusive sus
descendientes, en las acciones de éstos? Acaso el tataranieto de alguno de
ellos--que no estuvo presente en los hechos, que no tiene conocimiento de ellos
y que, de haber estado presente e informado plenamente acerca de la situación,
se hubiera opuesto al sacrificio innecesario--tiene alguna responsabilidad o
culpa?
4. Por último, supongamos que el capitán
omnipotente se las ingenió para salvar a su hijo después de que sus
tripulantes ingenuos cerraran las compuertas, y sin protesta de los pocos que
estaban al tanto de lo que realmente estaba sucediendo. Supongamos que todo fue
una simulación, planeada con anterioridad y alevosía, y que realmente el hijo
del capitán alcanzó un bote salvavidas y escapó, e inclusive hubo gente que lo
vio sano y salvo tres días después. ¿Qué pasaría si el sacrificio del hijo del
capitán realmente no fuera un sacrificio? ¿Qué podría reclamarle el capitán
entonces a su tripulación, tanto a los ingenuos como a los otros, en cuanto a
que supuestamente su hijo murió por ellos? ¿Qué podría reclamarle a las
familias de los tripulantes y sus descendientes, si todo fue un montaje para
chantajearlos moralmente?
(**) Aquí vale la pena mencionar las condiciones que se imponen para lograr la salvación, según algunos cristianos. Básicamente, Dios es como un jefe mafioso que hace a los humanos "una oferta que no puedan rechazar": por un lado les ofrece la salvación, a cambio de su sumisión/credulidad; por otro lado, les da la "libertad" de no someterse y de no creer, pero con la pena de pasar una eternidad en Infierno. ¿Qué clase de libertad es esa? En realidad no es más que una vil amenaza, tal como la haría un gángster, solo que en este caso es un gángster moral. Por lo tanto, el perdón de los pecados que se ofrece no es un perdón auténtico, simple y llano; más bien es un perdón a medias, condicional y chantajista.